Un rapero piola en los morros de Río

Entrevista a Repper Fiell

Por el Cochambroso


Río de Janeiro, Botafogo Zona Sul,
Comunidade do Santa Marta.
73 años de resistência meus parceiros.
Subir, Descer, Descer, Subir.
Todos os días, pode acreditar.

Así comienza el tema más sonado de Emerson Claudio Nascimento dos Santos, más conocido como MC Fiell, 32 años, impulsor de la 103,3 FM, radio que trasmite desde y para la favela Santa Marta, una comunidad donde viven 6000 personas y está ubicada a escasas cuadras de Copacabana, la famosísima playa carioca. Como si fuera poco, el guacho coordina Visão Favela Brasil, una iniciativa que reúne a diferentes grupos con el objetivo de colocar “a favela no centro de seu debate, seja através dea música, do cinema, do jornalismo ou outro meio qualquer”.

El Cochambroso tuvo que escalar las empinadas escaleras del morro para llegar a la casa de Fiell, donde también tiene su sede el estudio radial, precario pero suficiente. Los pasillos de la favela se parecen mucho a los del Bajo Flores o la Villa 31, pero su disposición es más zarpada aún, porque las casas y negocios trepan por las alturas con increíble arbitrariedad.


Esa rara prosperidad

“Yo me crié en la Cidade de Deus, pero siempre trabajé en Botafogo. Y el hip hop ya era fuerte aquí en Santa Marta desde los años 90. Entonces conocí a mi esposa que es moradora del morro desde que nació y en el 2006 me vine a vivir acá, antes solamente frecuentaba”.

Pero qué te gusta más, ¿Cidade de Deus o Santa Marta?

Las favelas son todas casi la misma cosa, sólo cambia la geografía. En Cidade de Deus es plana, aquí es inclinada. Hoy estoy acostumbrado al morro, pero nosotros tenemos una vida que nos permite vivir en cualquier lugar. Mañana puedo estar en la Argentina, en una favela de allá, enfrascado en la misma lucha. Pero es eso, la favela me encanta, no hay ningún lugar en el mundo que tenga una vida tan próspera. Yo escribí un texto que se llama Refavela, inspirado en el tema de Gilberto Gil, donde digo que hay todo un discurso de victimización, “ay pobrecito, no tiene nada”. Un discurso que despotencia a la favela. Mismo los académicos, los antropólogos, que son los celadores de la favela, pero siguen viendo a los favelados como gente desgraciada. Las ONGS también proponen eso. Pues no, la favela es, ante todo, resistencia. Y puse a circular ese texto sabiendo que me iban a criticar mucho. Porque para mí no hay posibilidades de que se construya un concepto interesante de favela sin una polémica con los académicos que viven del concepto de favela despotenciada.

¿De qué trata radio Santa Marta?

De la realidad del morro. Ella nace para propagar los problemas de Santa Marta, pero también habla de la ciudad y del mundo. Nosotros emitimos por Internet, somos escuchados en otros lugares, pero el objetivo es sobre todo discutir los problemas locales. Es una ética que tenemos: de adentro para fuera. Información verdadera, comunicación con un lenguaje que todos entiendan. Nadie aquí es un académico, nadie puede creerse el dueño de la verdad. Todo mundo habla, todo mundo entiende y todo mundo se comunica y se mueve. Es el día a día loco. La radio comercial, la radio convencional no habla del morro. Sólo nos menciona cuando el asunto es policial, pero eso no es interesante para nosotros, que tenemos otro tipo de realidad, demandas que tienen que ser debatidas. Tenemos que aprender a dialogar y analizar si está correcto lo que sucede. Por ejemplo, el tema de la suba en el costo de la electricidad: el trabajador gana 545 reales y paga una cuenta de luz de 150; de repente él va a tener que dejar de alimentarse mejor para poder pagar esta cuenta. No es casualidad que estos medios de comunicación sean sacados del aire: es una acción política y hay mucha gente incomodada por este tipo de iniciativas.

¿Y vos tenés además un grupo de hip hop?

Yo hago hip hop hace quince años. Pero, como acostumbro decir: no represento al hip hop, no soy un mensajero de la verdad, sólo soy un actuante dentro del hip hop. Si uso este lenguaje es para poder alcanzar los objetivos de informar y discutir. El hip hop es extenso, no tiene dueño. Así que sería un demagogo si te digo que represento al hip hop de Santa Marta. Yo no represento al morro Santa Marta. Ni a mi familia represento, porque dentro de ella existen divergencias políticas. En verdad, lo que hago es deconstruir lo que siempre se construyó. El hip hop es un lenguaje, una comunicación que yo uso, y con quien se identifica vamos formando un cuerpo. El hip hop tiene dos posibilidades: o informa o desinforma. Muchos lo usan para pulverizar el debate en la ciudad, yo lo uso para agudizar el pensamiento crítico. Venimos de camadas de generaciones pobres, a los que el estado no dio educación de calidad, y nacemos en una cultura para individualistas, que sólo te hace consumir y te enseña a ser prejuicioso, homofóbico. Yo creo que el rapero que habla de revolución y está con unas Nike en los pies es demagógico, porque nosotros tenemos que conocer quiénes son nuestros verdugos. Y no hablo de la calidad de la zapatilla, que sin dudas es buena, sino de cómo la hacen y qué trasmiten. Ahí tenemos que profundizar el debate, porque sino hablamos de una cosa y actuamos de otra forma. Es preciso que los jóvenes sepan eso, porque de lo contrario van a seguir queriendo alcanzar un único objetivo: el lucro. Vos tenés que ser libre para pensar, para actuar. Pero la mayoría de los jóvenes que hacen música están queriendo fama, están queriendo ser visible a través del arte. Y se deja de hacer arte cuando sólo interesa vender.

¿El hip hop es para vos una herramienta más bien política o es también una expresión artística?

Las dos cosas. Pero la industria cultural nace para agarrarte, y si vos querés tener acceso a ella, tenés que dejar de tener una mirada política para tener una solamente artística. En el 2002 edité “Mundo Calmo” y en el 2006 “El arma de la propia vida”. Ahora estoy preparando el tercer CD. Nosotros hacemos presentaciones aquí dentro de la favela, que es lo esencial. Yo organizo un evento mensual que se llama “Hip hop Santa Marta”. Con la entrada de las Unidades de Policías Pacificadoras (UPP) se vuelve más complicado hacer acciones culturales aquí dentro. Ellos escogen qué puede hacerse y qué no. También canto fuera de aquí, sobre todo en las universidades y en otras favelas. Mi música no es para menear las caderas; es para bailar pero también para escuchar la letra. El rap tiene que tener melodía, tiene que tener swing, pero también tiene que tener contenido e información.


La policía del Bien

En 2008 el gobierno de Río, en coordinación con el gobierno federal de Lula, lanza las UPP: un nuevo dispositivo de control social en las favelas que prometía liberarlas del poder narco para introducir las políticas sociales del Estado. Hasta ese momento las favelas se mantenían al margen de la legalidad y la policía no entraba, salvo cuando ingresaba el Batallón de Operación Policiales Especiales (BOPE), una tropa de élite que acostumbraba a entrar a los balazos, matar y salir… “ellos no se quedaban”. El objetivo de las UPP es, precisamente, insertarse en la comunidad, con la idea de disputarle el espacio a los traficantes. Hasta ahora se han establecido en sólo 15 de las 1500 favelas cariocas, las más cercanas al centro o al aeropuerto. Los críticos y los propios favelados denuncian, por lo tanto, que no hay ningún objetivo social sino simplemente ofrecer la seguridad que se necesita para llevar adelante las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol, y de paso permitir el avance de la especulación inmobiliaria. Pero la impresionante campaña mediática desarrollada por el gobierno de Río, que ha sincronizado avisos y artículos, propaganda y anuncios en casi todos las revistas y periódicos más importantes del país, siempre con el mismo mensaje (“vamos a liberar a las favelas”) ha sido un gran éxito.

“Las UPP dicen ser un proyecto innovador –explica Fiell–, pero los policías que están actuando son los antiguos conocidos. El objetivo de la UPP es llevar a cabo las acciones que el Estado necesita para garantizar las Olimpiadas. Para que vengan los turistas extranjeros tienes que ofrecer seguridad, vender la lógica de la seguridad. Nosotros soñamos con una policía mejor, que respete no sólo al morador del predio sino también al morador de la favela y trate a todos de forma igual. Sólo que eso es nada más que un sueño y va quedar en un sueño mientras exista este país, mientras exista esta política. La policía no nace para proteger al ser humano, nace para proteger la propiedad. ¿Pacificar con el fusil? ¿cómo es eso? ¿¡Quién dijo que nosotros ya no estamos pacificados!? ¿Es cierto que vivimos una guerra? Aquí todos somos vecinos y compartimos la vida cotidiana. Todo el mundo acá se conoce y entre nosotros estamos pacificados. La única guerra que existía era entre los traficantes y los policías. Sólo había guerra cuando llegaba la policía. Era un problema entre ellos. Ahora estamos viviendo sin tiroteos y no está mal, pero ese es un derecho nuestro, es un derecho de la ciudad. Las personas adhieren a planes como estos sin plantear sus críticas, aunque la vida empeore, a cambio de una ‘paz’ que en realidad es nuestro derecho.”

¿Cómo impacta en la vida de la gente este Plan de pacificación?

Detrás de las UPP entran las empresas. La especulación inmobiliaria es el agente que nos va a remover de las favelas. Porque nosotros vivimos en uno de los terrenos más caros de la ciudad. Antes en Santa Marta yo pagaba 5 R$ por la luz de este espacio, ahora pago 60. Si quiero mirar tele hay que pagar la señal, que cuesta 80 R$, hay que pagar el agua que antes no pagaba. El alquiler que antes era 150, ahora lo pago a 400 R$. Entonces, ¿cómo vamos a hacer para mantenernos aquí? Por eso escribí un texto que se llama: “Más allá de la UPP: la limpieza étnica en torno a los enclaves fortificados de los ricos”. Yo no quiero discutir cómo tiene que ser la policía, ella no nace para cambiar, nace para otra cosa. Yo quiero discutir más allá de eso, cómo impacta en mi vida este Plan. Y me pregunto si no estarán queriendo convertir este morro en un barrio para la clase media que se está empobreciendo, que ya no va conseguir estar segura en este capitalismo volátil y masificado. 

No es preciso hacer mucha teoría para darse cuenta que nosotros nos mantenemos todavía por la solidaridad. Porque en la favela la vida es diferente a la vida en el predio y en la ciudad. Aquí está todo mundo junto y aglomerado, y todavía vivimos de forma solidaria, aunque eso se esté perdiendo. Si no hacemos una reflexión acerca de cómo vivimos y por qué vivimos así, las cosas van a empeorar. El Estado propone la individualización, contra los que intentan organizarse.



Maldita melodía

El funk es una música con mucha presencia en Brasil, y como el rap, el hip hop, el techno y otra serie de ritmos menores, están basadas en la cultura afro. Pero mientras la mayoría de estos movimientos han sido acogidos por la industria, al funk se lo acusa de ser la música de las bandas criminales y es rechazado por sus letras violentas. Un poco como pasó en un principio con la cumbia villera en Buenos Aires, o como sucede con los narcocorridos mexicanos. Sin embargo, hay quienes aseguran que el funk es una expresión de la cultura popular urbana y que los bailes masivos que organizan sus seguidores son espacios de encuentro donde la gente joven se reúne y festeja a su manera. En las grandes favelas de Rio, son los traficantes quienes financian cada semana un baile grande dentro de la comunidad.

¿Qué es el movimiento funk?

Lo interesante aquí y ahora pasa por el funk. Yo participo de APAFunk (Associacao dos Profissionais e Amigos do Funk), presidida por el MC Leonardo, uno de los primeros artistas que hicieron funk en Río de Janeiro. El funk es hoy la música más marginada. No puede haber baile funk, por ejemplo, en las áreas que están bajo control de las UPPs. El funk se queda así sin espacios para y por eso sale de la favela y penetra en otras clases sociales. Lo gracioso es que no se puede hacer una fiesta funk aquí en el morro Santa Marta, pero sí en el Circo Voador, en Lapa, y poner allí la música a todo lo que da. Eso es hipocresía. El funk no puede ser criminalizado, porque es cultura. Ah, pero dicen: “los çaras cantan proibidao” [vertiente funk vinculada a los grupos narcos]. Todos nosotros tenemos derecho a escuchar cualquier cosa, sea el proibidao o sea Chico Buarque. Pero es mucho más fácil criminalizar que dialogar, por eso el estado coloca leyes para prohibir el funk. Sólo que el funk es un cuerpo muy grande, el funk es mundo y hoy está siendo tocado en cualquier parte del planeta. Es la música electrónica nacional más escuchada del momento. En Brasil genera más de 10 millones de dólares mensuales, con muchas personas que dependen del funk. Entonces, hay que dialogar. En el funk también funcionan los monopolios, como Huracán 2000 y Marlboro, con sus artistas mal pagos, que tienen fama pero están en la miseria. APAFunk intenta mostrar que uno puede ser músico, empresario y diseñador, que puedes hacer tus propios discos, ocuparte de la divulgación, construir un sitio para colgar los videos. No precisas de terceros que vengan a esclavizarte. Y para eso tenemos que compartir conocimientos en lugar de morir por la fama. Cuando vos tenés el ego inflado, lo único que te importa es que tu nombre salga en los diarios y te ponés loco. Lo primero que hay que hacer es domar este tema de la fama. En definitiva, el funk es una cultura que habla de los problemas de la favela, que cuenta cosas que están pasando; es una crónica escrita con música. Claro, hay excesos que tienen que ser dialogados, pero en un clima libre y democrático. El funk es la realidad de las favelas, la música que representa a las favelas.