Notas desde Blockupy Frankfurt

por Sandro Mezzadra



1. This is what democracy looks like 

La cita, el jueves 17 de mayo, es en Paulsplatz, un lugar cargado de significados en la historia política alemana. Aquí (en la Paulskirche) se reunió después de la revolución de marzo la asamblea constituyente del 1848, que promulgó la primera Constitución alemana antes de ser abrumada por la reacción. Muchos de los manifestantes que se acercan en pequeños grupos a la plaza tienen en mente el texto de otra Constitución, aquella alemana-federal del 1949, y llevan carteles que recuerdan los artículos sobre los derechos fundamentales. Durante dos días, Frankfurt vive en un grotesco estado de excepción, con la suspensión consiguiente de los derechos fundamentales, en primer lugar el de demostrar y expresar libremente la disidencia, en teoría (y por razones obvias) fuertemente protegido en Alemania. 

La concentración en Paulsplatz también ha sido prohibida, convocada por una coalición de asociaciones para la defensa de los derechos fundamentales. Y cuando nos encontramos en las calles en un par de cientos, la policía cierra todos los accesos. Cada vez que alguien habla por un megáfono, los altavoces de la policía repiten que la manifestación está prohibida, asfixiando la voz de protesta con el poder de los decibeles.

Un par de horas después, mientras que en otras partes de la ciudad grupos de manifestantes están rodeados por la policía, muchos de ellos retenidos y alejados de Frankfurt, en la plaza central de la ciudad (el Römer) trescientas personas consiguen reunirse. Se monta alguna tienda de campaña, y de repente queda claro que la policía no lo va a tolerar. En un momento millares de agentes rodean la plaza, intervienen con decisión levantando del suelo a cada manifestante, llevándolo fuera de la plaza. Todavía son muchos los que siguen mostrando la Constitución a la policía, pero estos no parecen hacer caso. La situación es surrealista: un dispositivo masivo de policía, la adrenalina de los hombres y mujeres en uniforme, niños y ancianos arrastrados, alguien resulta herido. Todo eso para disolver una sentada pacífica. 


Estas son escenas que se repiten el viernes, pero la policía esta vez no consigue evitar que un grupo de manifestantes ocupe un pequeño espacio en frente a las vallas erigidas para proteger la sede del Banco Central Europeo. La presión de la policía sigue siendo sofocante, pero quien ha logrado llegar hasta aquí puede consolarse con la vista del distrito financiero de Frankfurt aparentemente paralizado. Comienza a circular un primer balance que será utilizado por el histórico periódico liberal "Frankfurter Rundschau", después de la manifestación del sábado: los banqueros han cerrado los bancos, la policía bloqueó la ciudad... 

Sentimientos contrastantes al final de los dos primeros días que pasé en Frankfurt: las cosas están así, la reacción de la prensa será decididamente positiva, no serán pocos en escribir en los principales periódicos que Blockupy Frankfurt ha ganado. Escenarios apocalípticos construidos por la policía para justificar el dispositivo de seguridad masiva (cinco millones de euros, una suma considerable, incluso en Alemania) se superponen con imágenes de mujeres ancianas arrastradas por agentes disfrazados de Robocop. Alguien bromeó sobre la indignación de la canciller Merkel por la violación de los derechos humanos en Ucrania... Por otro lado, la sensación es la de haber participado en una escena y, al mismo tiempo en un experimento. No podría ser una representación más eficaz, en el corazón financiero de Europa, de la brecha entre el capitalismo y la democracia, que es uno de los temas que subyacen a la crisis que estamos viviendo en esta parte del mundo. La crisis de legitimidad del capitalismo en la crisis económica se ha hecho evidente en Frankfurt en toda su violencia potencial, con una especie de anticipación experimental de lo que podría suceder si el célebre "modelo alemán" comienza a tambalearse. 

"Esta es su democracia ", coreaban los manifestantes en las calles de Frankfurt. Un lema con doble sentido: "su" democracia es el estado de asedio de la policía, "nuestra" democracia es la real, aquella de las acampadas y del movimiento Occupy,y es la que se alimenta de la resistencia y la lucha dentro y contra el crisis. No éramos muchos en Frankfurt el jueves y viernes: varios autobuses fueron detenidos en la entrada de la ciudad y enviados de vuelta, el clima de miedo creado en las últimas semanas ha tenido sin duda su "eficacia", y cada vez que uno se movía físicamente se sentía una especie de límite impuesto por la presencia de la policía. Pero la determinación e incluso la alegría de los que allí estaban fue una gran expresión de su conciencia de ser parte de un movimiento mucho más grande, que materialmente construye un horizonte de alternativa radical a la crisis. 

2. A-anti-anticapitalista

El sábado el día comienza pronto, con reuniones y preparación de la manifestación, la única manifestación autorizada entre todas las iniciativas programadas por la coalición Blockupy Frankfurt. Una vez llegados a la concentración está claro que será una gran manifestación. Desde la región de Frankfurt, desde toda Alemania, desde Europa llegan autobuses y trenes. Están las banderas de Attac y de Linke, algunos sindicatos (especialmente los de servicios, verd.di) ecologistas anti-nuclear, pero sobre todo jóvenes. La atmósfera es serena, alegre, pero hay también mucha preocupación: se dice que la policía hará cualquier cosa para provocar, hará de todo para obtener "imágenes" que justifiquen el estado de excepción de estos días, que de alguna manera borren las del jueves en Römer...

Es lo que se repite durante la manifestación. Cuando se junta el "bloque anticapitalista" la policía lo rodea, intenta romper en dos la manifestación. Pero esta vez no consiguen el intento: mientras, Attac y la Linke, que se encuentran atrás y en la cabecera del "bloque anticapitalista", rechazan cada intento de la policía de conseguir la separación de los manifestantes "pacíficos" de los "violentos". La manifestación recorre durante horas las calles de Frankfurt y llega compacta hasta la plaza donde está prevista su conclusión. Más de 25.000 manifestantes (números alemanes, no españoles, entonces reales) dan un sentido diferente a las acciones de los días anteriores, y sobre todo representan una óptima base para una apuesta política sobre el futuro del movimiento Blockupy en Alemania. 

"A-anti-anticapitalista" es el lema que se repite por toda la manifestación, al principio desde el bloque anticapitalista (numéricamente más consistente), después desde todas. Un lema quizás demasiado básico, pero que adquiere un significado preciso a la luz de lo sucedido durante las últimas semanas en Frankfurt y más en general dentro de la crisis europea: la "democracia real" de las acampadas y del movimiento Occupy se califica precisamente dentro de la lucha anti-capitalista. Hoy sí asistimos a una tendencial brecha entre capitalismo y democracia, y la reinvención de la democracia -lejos de ubicarse en las esferas de la "pura política"- tiene que pasar a través de la crítica radical del capitalismo. 

3. Solidarität

Desde que empezó a circular la propuesta de Blockupy Frankfurt estuve pensando sobre lo que era importante en aquella propuesta: la razón por la cual valía la pena estar era que la movilización fuese justo en Frankfurt. La reapertura de la iniciativa del movimiento en Alemania, me parecía (y me sigue pareciendo, obviamente) esencial desde el punto de vista de las luchas en Europa. La ruptura del consenso del que goza el "modelo alemán", el desarrollo de los conflictos y la iniciativa política surgida alrededor de las grietas, como la "reforma" del estado del bienestar puesta en marcha por el gobierno rojo-verde (la denominada Hartz IV), la politización de la precariedad hoy muy difusa sobre todo entre los jóvenes...todos ellos son pasos esenciales para la construcción y la consolidación de un espacio europeo de las luchas. Obviamente no se trata de negar que el impacto de la crisis en Alemania sea diferente que el resto de Europa. Al revés pienso que la reconstrucción de la geografía de la crisis, de la heterogeneidad y de sus propias modalidades de manifestarse y de sus efectos diferentes en diferentes contextos (tanto en Europa como a nivel global), es una de las tareas más urgentes. Pero esta "cartografía de la heterogeneidad" de los efectos de la crisis tiene que comprender su dinámica sistémica, de la interdependencia donde se despliega. Sobre todo en Europa. 

Desde este punto de vista, las jornadas de Frankfurt representan sin lugar a dudas, como escriben las compañeras y los compañeros de Interventionistische Linke (http://www.dazwischengehen.org/), "un inicio". La participación europea ha sido significativa, a pesar de la situación de emergencia en la que teníamos que movernos y de haber habido momentos importantes de discusión entre activistas de países diferentes. De todas formas no se puede obviar que en las semanas anteriores a los días de movilización la comunicación fue difícil, problemas continuos de "traducción", en el sentido literal (banalmente la mayoría de los documentos que circulaban antes y durante las jornadas de Blockupy Frankfurt estaban solo en alemán) pero también en el sentido más amplio, es decir, en la dificultad de traducir no solo lenguajes, luchas, culturas y prácticas distintas sino también profundas experiencias heterogéneas de la crisis. En cierto modo, podemos decir que con respecto al ciclo más reciente de lucha del movimiento global de inicio del siglo (su ser más "arraigada" en situaciones específicas),ésta ha tenido una recesión en Frankfurt respecto al trabajo en red y a la militancia a nivel "transnacional".. Éste me parece un punto donde empezar a trabajar ya, tanto por lo que se refiere a la construcción práctica de encuentros transnacionales para la discusión y la organización como al problema más general del "espacio" para la acción política. 

Desde este punto de vista, la retórica de la "solidaridad" ("con el pueblo griego, el pueblo español, los italianos”...), mayoritaria tanto en la preparación como durante las jornadas en Frankfurt, es decididamente un problema. Por un lado se propone un lenguaje (aquello del internacionalismo proletario) hoy en día -lejos de poder ser reactivado en sus términos clásicos- por un lado indica el terreno donde es necesario trabajar la invención de los movimientos y de trabajo teórico y por el otro sufre, limitándose a la inversión mecánica en términos de "solidaridad", la representación de las relaciones de poder dentro de la Unión Europea. Y la idea de la dislocación que se necesita hoy en día, la invención de una nueva área común de las luchas y los movimientos, termina siendo eclipsada. 

4. Blockupy Europe 

Las jornadas de Frankfurt ponen en evidencia el problema de Europa, de una nueva dimensión europea de las luchas y acción de los movimientos. Dentro de esta dimensión, como hemos dicho muchas veces, se puede (y debe) experimentar una combinación del arraigo de las luchas en las áreas metropolitanas específicas, con la construcción de un espacio en el que estas mismas luchas puedan multiplicar su fuerza y empezar a construir un programa político alternativo. Soy consciente de que esto es sólo una declaración de los términos de un problema, no su solución. Pero esa es una declaración de la que se debe reivindicar en primer lugar su realismo político: es sólo a través de la capacidad de dislocación de las luchas dentro de una dimensión europea que podemos oponernos al crecimiento de las viejas y nuevas derechas en sus intentos de "ocupar" los espacios y las retóricas de la soberanía nacional; y es solo dentro de la dimensión europea que podemos apuntar a construir una relación de fuerza favorable con el capital financiero. En Frankfurt, también desde este punto de vista, hemos participado en un nuevo "inicio", hemos visto las potencialidades y dificultades. Ya en las próximas semanas, frente al abismo de los tiempos de la crisis en torno a la cuestión griega, no faltarán ocasiones de ponernos a prueba.