El Líder
Por Diego Valeriano
Sin que nadie me
invite, me meto en la “controversia” entre Maccia y Ranciere. Y lo hago por
tres razones: uno, Maccia –con quien solo tengo un ex amigo en común– me
menciona en su nota; dos, fui a la “fantochada” de Flores (donde habló de La Noche de los Proletarios, no precisamente a proletarios
–¿por qué los habría? –, sino a una nutrida concurrencia mayormente femenina) y,
tres, la prima adorniano-peronista del santafecino me interesa (al margen, nunca
entendí bien a los intelectuales y menos a sus fans: los primeros plantean cosas absurdas y sus seguidores
aplauden a rabiar).
Y me meto para
decir que Ranciere no le contesta a Maccia, principalmente, porque lo que dice
es absurdo, irreal. Plantea el franchute, a nosotros, argentinos, que lo que
mejor puede hacer un líder es irse rápidamente. Pero es sabido: de Alfonsín a
De la Rúa tenemos
una desagradable experiencia de la brevedad. La verdad es bien distinta: si la
gente no puede seguir sin el líder es muy sencillamente porque la gente –aquí,
como en Francia– no existe sin el líder. Quizás todo sea al revés de lo que
piensa Ranciére y sea el líder quien crea al pueblo. Una idea que incómoda,
pero que, en tanto tal, habría que hay que pensar a fondo.
El capitalismo
runfla no deja de traer, una y otra vez, estas preguntas.