Respuesta a Jacques Rancière (y a Lobo Suelto!)

por Juan Pablo Maccia


Ignoro los pormenores ocultos tras el post subido a Lobo Suelto! bajo el título “¿Ranciere contra Maccia?” En el se ve al filósofo francés hablando en contra de toda reelección presidencial.

Sobre el argumento del señor Rancière tengo poco que agregar a lo que ya he escrito durante todo el 2012. No veo otra discusión política, en nuestro país, que la que intentamos quienes promovemos la re-reelección presidencial. No es la mía una posición de principios (nunca hubiese apoyado la re-reelección de Menem), sino una apuesta política inscripta en una coyuntura precisa, que por cierto no cabe al filósofo apreciar.


Puede ser que el señor Rancière esté respondiendo con esta argumentación a su colega Ernesto Laclau, quien sostiene que en América Latina hay una revolución en curso, y que el proceso encarna en sus presidentes. ¡Pero yo no voy tan lejos! Sí afirmo, en cambio, que en nuestro país hay sólo una cosa más temible que la posibilidad de que la oposición parlamentaria arme gobierno. Y es que lo haga la burocracia peronista que sostiene al Frente para la Victoria.

Sin la presidenta, habría poco para elegir. Si, como argumenta Diego Valeriano (véase sus textos en LS de enero), las organizaciones sociales disminuyeron su influencia hasta rozar la inexistencia, ¿qué sería de cualquier idea de democracia social con la presidenta fuera de juego? Argentina no tolera mas ajustes, y sólo la presidenta –hoy por hoy, es un dato “objetivo” equiparable al que encontramos en Bolivia y en Venezuela– garantiza una paz considerable entre compatriotas.

En un cierto momento el señor Rancière creyó oportuno romper con su maestro, Althusser. No se trata de una ruptura cualquiera. El maestro acababa de escribir su “Respuesta a John Lewis”, en donde se afirmaba aquella tesis magistral de la historia como “proceso sin sujeto”. Contra lo que los jóvenes del 68 creyeron, la tesis de Althusser no apuntaba a aniquilar procesos subjetivos, sino a pensar la subjetividad por fuera del historicismo. No se entiende a Althusser sin las nociones claves de “coyuntura” y de “sobre-determinación”. Evidentemente, no es ésta la “lección de Althusser” que mejor apreciase su discípulo, cada día más volcado a la estética. 

El señor Rancière es una estrella internacional. Estoy al tanto de su reciente visita al país. Mi prima Laura –adorniana y peronista– viajo a Buenos Aires para participar de una fantochada de acto callejero en la ciudad. Me consta –lo charlamos– que los planteos de Rancière no logran salir de una mirada eurocéntrica, casi diría “autonomista” (recuerdo cuando en el 2001 leíamos su libro El desacuerdo). Desconozco cuál fue su cachet (y no olvido cuál es el mío). Cada quien a su realidad. 

Supongo que Lobo cree hacerme un homenaje al jugar a que una superstar mundial pudiera referirse a un lector inquieto de provincias como yo. Gesto colonial, que no me enoja, pero que tampoco agradezco.