El efecto Francisco: ¿Qué hacer?
por Osvaldo Saidón
El
análisis de la institución Vaticana es especialmente difícil, pues se trata
de un consolidado instituido con tal falta de transparencia y democracia que hace
que todo análisis sea una especulación ante el misterio y el secreto que impera
en su organización.
En
estas circunstancias, debemos volver a preguntarnos ¿qué hacer? pues de lo
contrario como estamos viendo, los análisis,
se vuelven interpretaciones, y las interpretaciones, especulaciones, y sólo
terminan restando las opiniones, con la carga
moral y de violencia simbólica que la acompaña.
Debemos
estar atentos al efecto Francisco, que querámoslo o no, influenciará menos
seguramente en la propia institución de Roma, que en las innumerables manifestaciones donde la población de
católicos o no, y de militantes de las
organizaciones populares, realizan sus actividades.
El
modo de funcionamiento que vehiculiza la jerarquía eclesiástica de cualquier
signo (cristiano, judío, musulmán) es
regulador de diversas prácticas
sociales (educativas, sanitarias, administrativas) donde el control, la
obediencia y la repetición son fundantes,
para inmovilizar las fuerzas instituyentes de nuevos signos.
Aunque
tal vez parezca prematuro, es importante ir afinando los dispositivos de
análisis institucional, ante la nueva situación que se le presenta a las
instituciones en Latinoamérica y en especial en la Argentina con la
designación de Francisco.
El
efecto sorpresa no ha hecho más que colaborar a un fenómeno de fascinación y
ufanismo que poco se condice con la creciente pérdida de fieles y de convicciones que la cristiandad tiene en esta
región.
El
institucionalismo se enfrenta al desafío de producir intervenciones que puedan
contraefectuar la andanada de representaciones,
que lo instituido reproduce y la media inventa
y vehiculiza.
Es
un buen momento para volver a preguntarnos acerca del modo de intervenir junto
a esa mayoría que habita las más diversas instituciones, “los cualquiera”,
afirmando una democracia directa que le dé consistencia a procesos de autonomía
y autogestión. Cuando nos dicen que las masas vuelven a fascinarse con procesos
arcaicos y secularmente instituidos como las monarquías papales con sus
jerarquías, liderazgos carismáticos
y populismos - que en renovado bricolage
proclaman el amor fatuo, la dominación y
el paternalismo, como políticas para los
pobres -no tenemos porqué creerlo.
Eso
nos desarma, nos llena de apatía y de resignación. Es una de esas
interpretaciones inventadas para
entristecer los cuerpos y ponerlos en situación de ser obedientemente adaptados
a las hegemonías de turno,
Las
multitudes que se expresan en los movimientos sociales y en las organizaciones
del peronismo deben plantearse cómo expandir la alegría de los encuentros, su movimiento múltiple y heterogéneo. Se lo
reduce a una unidad, a una molaridad a un rígido segmento cuando se proclama esa
oportunista formula de “ peronista argentino y católico.”
Los
procesos de institucionalización de un movimiento que se quiere histórico y
moderno instituyen permanentemente novedades que pueden ser analizadas en los
tres ejes de funcionamiento institucional: el eje libidinal, el lingüístico o simbólico,
y el del poder y el dinero.
En
el libidinal trátase de expandir un erotismo inclusivo, de mayorías, que
refleje las novedades y las diversidades.
En
términos de lenguaje, retomar los signos que procedan a un futuro, a una apertura cada vez más
insólita en lugar de procesos de restauración simbólica.
Y en
cuanto al poder, se trata de la promoción de dispositivos que marchen en el
sentido de una mayor distribución de la riqueza, y por lo tanto, del poder a
ella asociado.
Nada
de esto anuncia un papa argentino y peronista. Por el contrario, tiende a
homologar, a confundir: la vocación de servicio con la militancia, renovando así una fragmentación
que las fuerzas populares ya vivieron en los últimos 60 años en
diferentes oportunidades.
No
nos detendremos aquí, pero ya se ha analizado en diversas oportunidades, las
consecuencias trágicas que propició el sentimiento religioso cristiano en la
actividad militante, en la lucha armada y revolucionaria durante la década del 70 .
El
institucionalismo se manifiesta en dos campos: el campo de análisis y el campo
de intervención, que se interrelacionan y se contradicen según las
circunstancias y la institución en cuestión.
El
campo de intervención precisa de un espacio para operar. En la mayoría de los casos
es lo que se llaman establecimientos: una escuela, una parroquia, una sala de
hospital, una congregación, la sede de un sindicato. etc.
Veremos
surgir un efecto vaticano, papal, en las
más diversas instituciones del estado o privadas, manifestándose en los
comportamientos, en la subjetividad aterrorizada por la cruz, por la espada y
la palabra que habita en lo más íntimo del cuerpo social.
El
terror hecho carne en nosotros, y expresándose
en las instituciones jurídico administrativas del capitalismo
planetario, han sido descriptas entre nosotros con inusitada lucidez por León
Rozitchner.
No
se trata de opinar y/ o interpretar, sino de saber qué hacer ante el
modo en que este instituido papal,
intentará regimentar, proponiendo algún atisbo de cambio para no perder lo que
queda de una iglesia definitivamente desacreditada.
¿Qué
hacemos? ¿Cómo aprovechar este nuevo desafío que se le presenta al análisis
institucional? ¿Cómo contraefectuar estas nuevas formas, que desde una aparente doctrina social cristiana,
intentan frenar los novedosos devenires de las comunidades que vienen.
El
amor, la amistad, la solidaridad, el poder, y hasta la revolución, intentan una
y otra vez, estar moralizados según la fe cristiana. Pero es justamente en sus
impotencias en sus fallas, en sus fracasos, y en la pérdida cada vez más enorme
de fieles y seguidores, que dejan un lugar para el análisis y la intervención
institucional.
Continúan
abiertos y se renuevan espacios para la acción política que deberían estar
atentos a no reproducir en su seno el mismo tipo de comportamiento y
vinculación contra el que se instituyeron.
Las
instituciones y organizaciones que convocan a las juventudes que redescubren la
política seguramente se tendrán que plantear estas cuestiones tanto en el plano
de organización, como en la consistencia que le vayan dando a sus propuestas de
vida.
Son
las agitaciones y acciones micro
políticas, que por millares se realizan en barrios, escuelas, hospitales,
prisiones., comunidades, las .que van instituyendo un modo de vida por venir que escapa a los disciplinamientos y al
control que los estados precisan imponer.
Algunas
de estas acciones las acompañan, curas,
pastores o hermanos musulmanes, pero es el fulgor del acontecimiento que las
alumbra y no la obediencia que toda religiosidad termina por imponer.
Hay
pastores, hay creyentes, pero la mayoría del planeta de los que están y vendrán
son ateos, laicos, agnósticos. Sujetos que no precisan de la trascendencia ni
de la vida más allá de la muerte para habitar y fomentar la potencia y la
alegría de los cuerpos en la cotidianidad de las instituciones.