Obras de los pasajes pospolíticos


Un escena extraída de un prologo anterior

Explanada del castillo
Fantasma de la política: (cubierto de pies cabeza con una sábana blanca, pero lleva gorra de policía y tiene voz de botón): Documento de politicidad, por favor.
Camilo C. Tusam: Me lo dejé en casa… digo, en el castillo.
Fantasma de la política: ¡Egoísta, autocentrado, onanista, privatista!
Camilo C. Tusam: ¿Ser o no ser? ¡Esa es la cuestión!… ¡No ser! (y huye desaforadamente de la escena)  



Una declaración polémica

“Hay que dejar de hablar de la política, lo político y la politicidad por 2 años y ver qué pasa” (Luis Barrionuevo).

Una cita

“Tampoco pretendo decir que no sea legítimo, si se quiere, odiar al Estado. Me parece, sin embargo, que lo que no debemos hacer es imaginarnos que describimos un proceso real, actual y que nos concierne cuando denunciamos la estatización o la fascistización, el establecimiento de una violencia estatal, etc. Todos los que participan en la gran fobia al Estado, sepan bien que están siguiendo la corriente y que, en efecto, por doquier se anuncia desde hace años y años una disminución efectiva del Estado, de la estatización y de la gubernamentalidad estatizante y estatizada” (Foucault, Nacimiento de la biopolítica).   

Una reminiscencia onírica

Interior de un sucucho en una Facultad de la UBA, paredes descascaradas, el piso lleno de volantes.

Militante 1: Si ganamos las elecciones, hay que disolver el Centro de estudiantes.
(Primer plano del Centro de estudiantes en un rincón del sucucho: una fotocopiadora y una bandera)

Militante 2: (con cara horror) ¡No, no! ¡Si dejamos el vacío, lo van a ocupar Ellos! (Primerísimo plano de la cara de Militante 2. Se ve el detalle: era cara de horror… vacui)

Patio exterior de la misma Facultad. Dos perros famélicos efectivamente se ocupan del vacío que Militante 1 y 2 efectivamente dejaron… despreocupadamente en la parrilla. Terminada la faena del vacío, siguen vorazmente con las entrañas.

Entra a escena un pelado de anteojos, que mira a los perros y ríe. Acaricia a los perros mientras comen y se mata cada vez más de risa mirando a cámara.

Otra cita

“Como muy bien sabemos, el Estado no tiene entrañas, y no simplemente en el sentido de que no tenga sentimientos, ni buenos ni malos, sino que no tiene entrañas en el sentido de que no tiene interior. El Estado no es otra cosa más que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidad múltiple” (Foucault, La vida los hombres infames).

Un blanco

Asumir la hipótesis de que el problema nuestras libertades no pasa exclusivamente, y ni siquiera principalmente en torno del Estado, tiene sus problemas. El primero y fundamental es quizá que las nociones de la política, lo político, o la politicidad van perdiendo gradualmente consistencia y entrando correlativamente cada vez más en el régimen de las luchas por la significación y la resignificación. Que no es el régimen de las luchas por nuestras libertades. Entonces, hacerle caso a Barrionuevo: dejar el significante imperial por dos años y ver qué pasa. El problema es qué pasa. Estamos tan acostumbrados a pensar el problema de nuestras libertades en el lenguaje de la política, lo política, la politicidad, que obligarse a pensar más allá es casi obligarse al silencio.

Un griterío

Un político, un intelectual, un periodista, un panelista, un técnico, un ciudadano de bien: ¡Boronbonbón, boronbonbón, es la política, que ya volvió!

Un pelado de anteojos inoportuno: (Interrumpiendo el coro con serenidad) Usted dijo capacidades institucionales, usted en cambio dijo debate y reflexión, usted dijo opinión, usted administración y consumo, y usted, sí, usted, reconocimiento (Perdiendo la paciencia, furioso) ¡Dije régimen de gubernamentalidad múltiple, carajo!

Una iluminación postpolítica

Dijo “régimen gubernamentalidad múltiple”. Y nadie puede decir que no se trata del problema nuestras libertades y de los poderes, porque “gubernamentalidad” es “dirección de las conductas”. Es el problema de la libertad y el poder sin suponer el centro y las distribuciones binarias de la política, lo político, la politicidad. Porque las direcciones de nuestras conductas suponen un campo de vectores, un campo de las fuerzas que son las que dirigen. Y esas fuerzas son puntos singulares. A cada cual, entonces, o a varios, o a muchos, la constelación de los puntos singulares y el campo de vectores que dirigen efectivamente las conductas, los visibles y los enunciables, la humanidad. Y habrá que ver después cómo entran en ese mapa Cristina, Mauricio, el consumo y la exportación de soja, y si lo hacen del lado del poder o de la resistencia.      



Un comentario bloguero

Anónimo
Este tipo de rechazo parece el de los hippies de la década del ’60.
Anónimo
¿Y?
Anónimo
Está perimido, los hippies fueron derrotados.
Anónimo 
¿En Ayohuma? ¿En Waterloo?
Anónimo
No lograron cambiar el mundo
Anónimo
¿?
Anónimo
En todo caso, no sirve para volver a pensar el retorno de la política.   
Anónimo
¿Y?