Nombres para la técnica. Entrevista con Emmanuel Biset
por Pablo E. Chacón
El número 28 de la
revista de filosofía cordobesa Nombres incluye un dossier imprescindible sobre
la cuestión de la técnica en el mundo contemporáneo sino también textos de
Giorgio Agamben, Alexandre Kojeve, Tran Duc Thao que se suman a un reportaje a
Judith Butler y a otro grupo de textos que han hecho de esta publicación una
piedra de toque a la hora de nombrar un espacio para el pensamiento actual.
La publicación
depende del Área de Filosofía del Centro de Investigaciones de la Facultad de
Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y es
distribuida por la editorial Alción. Su actual consejo editorial está compuesto
por Gustavo Cosacov, Emmanuel Biset, Carlos Longhini, Diego Tatián y Sebastián
Torres.
A
lo largo de su historia, Nombres ha incorporado diversos nombres, por decirlo así,
pero podría considerarse una publicación señera. Textos capitales aparecieron
en sus páginas. ¿Cómo han logrado mantener ese deseo y ese nivel?
Creo que en tu
pregunta se señala algo clave, se trata de persistir en un deseo. Hay algo
incierto en ello, o mejor, ese deseo no tiene un estatuto programático. Quizá
allí se juega, de hecho, una cierta forma de entender la filosofía en un
vínculo irreductible con el deseo (algo ha dicho al respecto Lyotard), con su
insistencia. Y este deseo, cuya forma nunca puede ser precisada del todo, se
pliega de un modo singular sobre lo contemporáneo: nos interesa dar cuenta de
preguntas o autores que abren zonas de indagación, presentan nuevas
perspectivas, dando lugar a una especie de conversación infinita. Esta referencia
a lo contemporáneo, a un modo singular de pensar lo que nos pasa, tiene una
forma singular en la revista, pues no se trata de producir reflexiones sobre la
coyuntura, tampoco de sostener un culto a la novedad, sino de pensar preguntas
y publicar textos que muestren cierta apuesta. Algunos de los modos de la
filosofía, o de su circulación en determinados ámbitos, no sólo buscan eliminar
cualquier rastro de deseo sino que eliminan cualquier posibilidad de decir algo
más allá de las referencias de autoridad. Como si dijéramos que se trata de una
apuesta por la filosofía, sin tratar de definir o circunscribir sus fronteras.
Y esta apuesta tiene una cierta forma, se inscribe en una tradición, y en
cierto estilo filosófico. Al mismo tiempo, vale destacar que ese deseo es
también un modo de entender la amistad. La amistad entendida no sólo en el
sentido material de un grupo de amigos cuyas conversaciones adquieren la forma
de una revista, y no trabajamos sino de ese modo para hacer la revista, sino
también una cierta amistad hacia aquello que leemos. Posiblemente no haya otra
forma de hacer una revista, sino desde una comunidad de pensamiento que
comparte lecturas, propone traducciones, convoca amigos. De algún modo,
entonces, se trata de esas dos cosas de un deseo que insiste en una comunidad
de amigos, donde la filosofía como un modo de preguntar que requiere cierta
apuesta, un intento de decir algo, busca escapar a ciertos formatos que
estandarizan.
Sobre
la técnica recuerdo cantidad de textos. ¿Qué novedad incorpora este dossier, y
cómo está la reflexión filosófica en la Argentina al respecto?
La técnica nos ha
parecido y nos parece un tema urgente para el pensamiento filosófico. Allí
justamente donde no se trata de pensar sólo un aspecto puntual (o una ontología
regional como dice cierta tradición), sino el modo en que la técnica implica al
mundo como tal. De algún modo partimos preguntándonos si se podía decir algo
más sobre la técnica después de Martin Heidegger. Cuando sabemos que para este
autor, en el problema de la técnica se juega gran parte de la contemporaneidad.
Es un problema ontológico donde se cifran nuestras posibilidades e
imposibilidades. La filosofía de la técnica, como ha dado en denominarse el
campo específico que se dedica a ello, tiene una creciente expansión en la
Argentina. Sólo basta observar los coloquios que se hacen ya hace cinco años y
convocan cada año más gente. En esta creciente expansión, el dossier fue armado
junto con Dedalus. Investigaciones sobre la técnica, un grupo de la UNC que
trabaja específicamente el problema, y lo hace desde una perspectiva amplia, no
circunscribiendo el tema a una cuestión epistemológica, complejizando aquellas
miradas que privilegian aspectos vinculados a la historia de la ciencia o a un
campo de estudios sociológicos. De hecho, Javier Blanco, Darío Sandrone y
Agustín Berti, son miembros de este grupo y publican en este dossier. Asimismo
la traducción de Bernard Stiegler fue realizada por una de sus integrantes,
Anahí Re. En este panorama entendemos que el dossier aporte en distintos
sentidos. Primero, al recuperar cierta tradición continental de pensamiento
sobre la técnica y volver a insistir en algunas preguntas que allí se formulan,
asumiendo que se plantean algunas cuestiones filosóficas, políticas, éticas que
necesitan seguir siendo pensadas. Los textos de Oscar del Barco, Bernard
Stiegler, Christian Ferrer, Silvio Mattoni, Marcela Rivera, recuperan estos
aspectos. Segundo, porque como señalaba, se publican textos que muestran cómo
está trabajando un grupo específico de la UNC la temática, cuáles son las
discusiones que se están planteando y cómo intervienen en el campo. Los textos
de Javier Blanco, Darío Sandrone y Agustín Berti muestran un modo singular de
pensar la técnica y algunos de los desafíos que le presentan a la filosofía hoy
por hoy. En resumidas cuentas, volver a plantear este problema desde la revista
significa recuperar una cuestión, la de asumir radicalmente qué significa hoy
pensar la técnica, mostrando cómo allí existen algunas cuestiones filosóficas,
políticas, ontológicas, que siguen marcando nuestra contemporaneidad.
¿Cómo
piensan que puede recibirse en una sociedad como la argentina de hoy un texto
como el de Bernard Stiegler, a mi juicio, magistral?
Efectivamente, el
texto de Bernard Stiegler es central en el dossier sobre la técnica. Y lo es
por diversos motivos. Ante todo, porque es la traducción de un inédito que
demarca algunos de los problemas centrales a los que se enfrenta un pensamiento
de la técnica. Asimismo, sirve como vía de entrada a uno de los desarrollos más
potentes sobre la técnica contemporánea, vale recordar los dos tomos de él
titulados La técnica y el tiempo. Luego, porque el texto plantea algunas
preguntas ineludibles sobre las sociedades contemporáneas. Entiendo que este es
un aspecto crucial para abordar en toda su complejidad el momento que estamos
viviendo, pues si bien es cierto que en Argentina y en América Latina en los
últimos diez años se han dado algunos procesos que cuestionan aspectos de la
hegemonía neoliberal, esto no debe obturar un análisis de aquellas
transformaciones epocales que nos atraviesan. En este sentido, la apuesta del
texto de Stiegler se inscribe en una herencia deleuzeana que reformulando
algunos aspectos de Michel Foucault piensa el mundo contemporáneo desde la
noción de sociedades de control. Stiegler no se queda sólo con el diagnóstico
de Deleuze sino que parte de él para avanzar en dos sentidos: por un lado,
complejizando el panorama al mostrar como las técnicas contemporáneas llevan a
una sociedad de hipercontrol, y así a una radicalización del diagnóstico.
Mostrando cómo lo digital provoca un estado de proletarización de hecho, cómo
internet deviene una técnica de hipercontrol y de desintegración social, cómo
se da una modulación automatizada que da origen a una nueva gubernamentalidad.
Por otro lado, Stiegler entiende que no se trata sólo de agudizar el
diagnóstico, sino de ver qué hacer allí, es decir, de avanzar hacia una
terapéutica en las sociedades de hipercontrol. Una terapéutica que encuentra su
lugar en el arte, en la historia del arte, pero sólo a condición de que el arte
se transforme en un ars que produzca invenciones en el campo jurídico,
político, filosófico, científico, económico. En esta terapéutica, Stiegler
contrapone dos de las posibilidades ante la que nos enfrentamos asumiendo el
hipercontrol: o la resistencia o la invención. Claramente su apuesta se dirige
a la invención como desautomatización, algo así como las ars del hipercontrol.
Los desarrollos del texto de Stiegler, entonces, resultan centrales para pensar
cómo se han producido y se están produciendo una serie de transformaciones en
las sociedades contemporáneas, y específicamente en la sociedad argentina. En
ciertas ocasiones, maneras de pensar la singularidad latinoamericana o
argentina omiten dar cuenta de la centralidad de estos procesos que nos
atraviesan. Pensar así cómo se ha redefinido el mundo, o por caso la Argentina,
desde una serie de transformaciones, donde las tecnologías de red, lo digital,
los nuevos automatismos, etc., funcionan como cambios transversales que muchas
veces exceden un sentido restringido de comprender la política o lo social. Y
así nos muestra que allí se juegan una serie de disputas políticas,
filosóficas, éticas, que cuestionan aquellas posturas que las asumen
simplemente como un estado de cosas dado. Diría más, entiendo que respecto a
estas cuestiones se plantean algunos de los desafíos políticos centrales que
enfrentamos, entendiendo política en un sentido amplio.
Finalmente,
¿Nombres es el cruce epocal entre lo que fue escrita, Pasado y Presente y la
tradición de la izquierda cordobesa, clasista, de los 70?
No quisiera, ni
podría, referirme a toda esa tradición desde la revista, tradición que viene
siendo reconstruida por distintos especialistas en historia intelectual. Sólo
quisiera señalar un aspecto lateral que, de cierto modo, está en la pregunta.
Se podría reformular preguntando por los modos de entender la apuesta política de
una revista de filosofía. Indudablemente uno de los modos de abordar ello,
ineludible diría, tiene que ver con inscribir la misma en una tradición,
escribir su genealogía. A la vez, habría que pensar de qué modo se traza una
cierta política de la filosofía en la revista. Con ello me refiero a que una
política entendida en este sentido no tiene que ver sólo con autores o temas
abordados, sino con cierto modo de entender las apuestas que se juegan en un
modo de hacer filosofía. Esto nos llevaría a discutir qué significa hacer desde
la izquierda, y preguntar si es este el término adecuado, una revista de
filosofía. De cierto modo, creo que el punto de partida es discutir una y otra
vez los protocolos que fijan ese hacer, que lo estandarizan, y que terminan delimitando
de un modo claro y distinto sus límites. Lo que conecta directamente con lo que
señalaba de Stiegler, pues su texto nos ayuda a pensar cómo la misma producción
intelectual, la filosofía en este caso, se encuentra atravesada en la
actualidad por esos procesos de hipercontrol y automatización. Esto se traduce
en modos de escritura, pautas editoriales, técnica de evaluación, en fin, un
control normalizado de la producción y circulación de filosofía. Y esto excede
y constituye incluso autores o temas que pueden ser inscriptos en la tradición
de izquierda. Para decirlo con un ejemplo simple, un texto sobre Marx puede
encontrarse constituido por esas tecnologías de hipercontrol. Por ello uno de
los desafíos que asume la revista es cómo seguir pensando la filosofía,
escribiendo en última instancia, en este panorama. Es por ello que se publican
textos de una tradición que entiende que la apuesta pasa por una cierta
escritura de la filosofía. Tratando, al mismo tiempo, de no seguir la serie de
pautas que hoy hacen a una revista académica. Allí una apuesta, allí un modo de
entender la filosofía, allí un deseo que insiste para seguir publicando, cada
año, la revista.