¿Qué significa ser zapatistas sin ser indígenas y viviendo lejos de Chiapas?: “Luchar sin rendirse, sin venderse ni claudicar”: Subcomandante Moisés




Sobre esta entrevista
Cuando nos detuvimos en el lugar acordado, al espejo retrovisor de nuestra camioneta llegó un pajarito, parecido a un gorrión y empezó a golpearse metódicamente contra el espejo. De vez en cuando, reposaba unos minutos al frente, mirándose desde distintos ángulos, y con nueva energía se lanzaba al combate contra su reflejo. Una vez más pensé en la teoría de los espejos, la tan querida por el subcomandante Marcos. Y también me acordé cuando hace unos 15 años, en los mismos lugares empezamos a ver al aire libre el documental «Caminantes», aquel donde Marcos hace un ademán de quitarse el pasamontañas y de la selva irrumpe una enorme mariposa para tapar con las alas su cara en la pantalla. Tal vez, los zapatistas, que no tienen secretos en su abierta vida politica, llegaron a algún tipo de tratado secreto con la naturaleza local.
Estábamos en Chiapas, esperando la entrevista con alguien de los zapatistas que aceptó recibirnos. No sabíamos todavía que ese alguien sería el subcomandante insurgente Moisés, el mando militar y vocero del EZLN, que en mayo del 2014 reemplazó al subcomandante Marcos.
Nosotros, un grupo de 4 artistas rusos de San Petersburgo, del colectivo político cultural Chto Delat, y yo en un rol entre traductor y guía no certificado por los mundos sociales de América. El objetivo de nuestro viaje fue conocer en los territorios rebeldes las realidades y logros de los zapatistas, a 22 años de su aparición pública.
Ibamos a buscar algo que, según un joven zapatista francés del siglo pasado conocido como El Principito, no se ve con los ojos. Buscábamos reivindicar el sentido de tantos intentos y tantos fracasos de nuestra propia historia, rusa, ucraniana o soviética, en estos tiempos de confusión generalizada, o algo tan absurdo como las raíces de la esperanza europea en las tierras americanas. No lo sé definir exactamente. Sólo me acuerdo que los textos zapatistas que llegaron a Rusia hace más de 15 años, inquietaron y despertaron a miles de personas de nuestra generación.
Si alguien alguna vez me hubiera dicho que por su voz habla la voz de sus compañeros, no dudaría que estoy frente a un loco o un excéntrico y seguramente le respondería con alguna burla de mal gusto. Pero cuando al finalizar la reunion, el subcomandante Moises nos dijo esta frase, sentí simultaneamente hormigueo en la espalda y el mundo en la garganta. Nunca antes imaginé que una cosa como esta podría ser verdad, sin metáforas ni exageraciones. O sea, lo imaginaba pero muy teóricamente porque la energía de la presencia viva, cercana y palpable de las verdades como esta es algo demasiado diferente.
Hay muchas entrevistas con Marcos y pocas con Moisés. Con toda la admiración que tengo hacia el primero, me pareció más interesante compartir con el segundo para observar cómo, desde la etapa romántica y literaria, el zapatismo aterriza hacia prácticas quizás menos vistosas pero, sin lugar a dudas, mucho más sólidas y profundas… bueno y sin olvidar que dentro del zapatismo los despegues y los aterrizajes suelen ser la misma cosa.
Esta vez sentí que, sin distraernos por la buena literatura, pudimos sentir mejor el corazón campesino indígena comunitario del zapatismo. En este sentido, este viaje a Chiapas, más que una experiencia política o intelectual, fue un descubrimiento cercano a lo místico espiritual, algo que nos conecta a lo más profundo de nuestro ser.
Cuando usted entra a una casa de una Junta de Buen Gobierno, decorada con murales revolucionarios y de repente se encuentra en la penumbra frente a unas seis personas con pasamontañas, la mayoria de ellos casi adolescentes y mujeres, y escucha que todos hablan muy despacio, eligiendo con cuidado y ternura las palabras y las ideas, seguramente sentirá algo muy especial. Algo como aquel sentimiento que irrumpe suavemente cuando admiramos por primera vez el mar o las montañas. Despueés es mejor relajarse, entregarse y olvidarse que porta un reloj pues todas las decisiones y procedimientos zapatistas son extremadamente lentos, requieren discusiones colectivas, las que a su vez suponen reflexiones individuales que se realizan sin prisa alguna. Las autoridades de la Junta le pedirán disculpas por la demora y en las repentinas arrugas de los ojos indigenas seguramente descubrirá una sonrisa al otro lado del pasamontañas.
Este material es una sintesis de la conversacion de una hora y media que tuvimos con el subcomandante Moisés. Termino agregando que esta reunión, aparte de ser un gran honor, fue una enorme alegria por lo que agradecemos a nuestros amigos mexicamos por hacerla posible.
Y como se dice, trataremos de no defraudar su confianza y generosidad.
Oleg Yasinsky,
Santiago, Chile
29 de abril de 2016
Fuente: http://desinformemonos.org.mx/