Presentación de HUMO #3 "La razón salvaje" 


El próximo jueves 27 de abril a las 20 hs. en el bar de Radio La Tribu (Lambaré 873, CABA), estaremos presentando el número 3 de la revista/libro de ensayo y crónica HUMO"La razón salvaje". Lo presentarán Mónica Cragnolini y Esteban Valesi, dos de los colaboradorxs del número. Compartimos abajo unas líneas del editorial.
Nuestra cara animal

Esta vez decidimos trabajar sobre nuestros vínculos, en tanto seres urbanos, con los animales, con lo salvaje, con la naturaleza y, por qué no, también, lo sobrenatural. Vínculos siempre latentes y, por eso mismo, un tanto escondidos —aun cuando en los últimos meses los perros se subieron al sillón presidencial y al subte, ballenas torcidas adornaron nuestros billetes, el zoológico se transformó en ecoparque y los galgos conquistaron sus derechos—. Sin un rumbo demasiado preciso, no pretendíamos historias o reflexiones desde la selva, en el medio de las tempestades o experiencias alejadas de nuestra vida ordinaria, al menos no si eran incapaces de referirse a lo cotidiano. Somos personas de ciudades enormes, acolchadas y hostiles, donde el asfalto y el metal son el contacto más asiduo, pero también donde lo digital nos hace prescindir del rigor físico que antes le suponíamos a lo verdadero. Un poeta decía que “lo abstracto es lo concreto naturalizado”. Si esto fuera así, podríamos pensar que la naturaleza no es algo en sí misma sino una forma de relacionarnos con las cosas, de volverlas familiares, de plegarlas a nosotros y, mientras más se estrechan al paisaje diario, más lejanas e impalpables se nos vuelven. ¿O acaso tenemos una conciencia muy clara sobre los árboles que nos rodean, sobre los vínculos exclusivos de muerte o domesticación que establecemos con toda vida que escapa o excede nuestra razón técnica?

En varias colaboraciones —y esto fue una sorpresa— la memoria salió al rescate de la reflexión, como si el contacto con ciertas dimensiones de lo natural fuese cediendo a medida que nos hacemos adultos o como si la conciencia sobre ellas fuese directamente un estado de la infancia y la juventud. Los vínculos entre los animales, la domesticación y la muerte (Mónica Cragnolini, Daniel Mundo, Mauro Greco, Sebastián Stavisky), los rincones salvajes de los suburbios (Esteban Valesi) se vuelcan sobre las expectativas y las decepciones de niños para desembocar en pensamientos extensibles a las mascotas, la alimentación y la caza. Otros textos se inclinan por el lenguaje, es decir, por la transformación de lo natural en un abanico de expresiones compartidas: la relación entre política y animalidad (Eduardo Grüner), los disfraces bajo los que aparece la fauna en la literatura y las artes (Juan Laxagueborde) o también los modos de humanización animal por parte de las industrias culturales (Jorge Pinedo). Otra línea de colaboraciones explora la dimensión fantasmal de los afectos (Sebastián Russo, Agustina Paz Frontera) y se amplía hacia lo sobrenatural de lo cotidiano en la entrevista a Mariana Enriquez. En el medio, como zurciendo los extremos del dossier, el viejo tópico “civilización o barbarie” se posa sobre los campos y los límites nacionales, piensa la historia a partir del híbrido que conforman la tierra, la propiedad y sus habitantes: el ensayo fotográfico de Sub cooperativa de fotógrafos nos trae imágenes de Qhapaq Ñan y traza un camino desde donde se desprende la memoria de una masacre en el altiplano (Luciano Beccaria), el archivo de los discursos que inauguraron el Parque 3 de Febrero en 1875, donde hoy se emplaza el zoológico de Buenos Aires y que fuera dominio de Rosas, para culminar con unas impresiones sobre el quehacer rural en la Argentina post gauchos (Leonardo Novak). En la geografía del delta, como una baliza que nos recordara el origen de esta hibridez, titila con brillo propio una narración sobre la identidad humana a partir del contacto con las islas (Juan Bautista Duizeide).

Los ensayos y crónicas que siguen dibujan, entonces, un recorrido zigzagueante, de la experiencia al recuerdo y a la metáfora, o viceversa, donde los animales, la vegetación, lo que está fuera del llamado civilizatorio se presenta, en muchos casos, como la resonancia viva de un pasado en extinción, y en otros, bajo los nombres sublimados de aquello que nos acicatea en el presente. Podríamos decir que la tensión del número se plasma en las formas de concebir lo natural, en el arco que va de la nostalgia por una vida menos mediatizada al borramiento de las huellas humanistas en la interpretación de lo que nos rodea. Entre esos dos polos, se dibujan los contornos de distintas subjetividades. A la manera de un Arcimboldo, quizá buscamos la forma de nuestra cara y nuestra cabeza a partir de la silueta que arman las frutas, la carne, las raíces, las plumas y las mascotas de nuestro tiempo.